SOMBRAS DEL PASADO
Está
vacía y fría la casa paterna. En su atmósfera, aún reverbera imágenes del
pasado y en sus paredes se escuchan palabras del ayer. Huele a colonia Heno de
Pravia y a flores secas de lavanda.
Cuelgan
en sus muros cuadros pintados o tejidos por los hermanos y grabados que
representan vistas antiguas de una ciudad y escenas del Quijote,
En
las estanterías subsisten libros escritos por los miembros de la familia y
otros muchos en los que aprendieron cuanto sabían.
Se
oyen pretéritos trinos de canarios y jilgueros y el parloteo de unos
periquitos. Encima del respaldo del sofá, se adivina la silueta de una gata y
los ojos fieles de perros que nos quisieron.
En
los muebles permanecen marcos, jarrones, figuras y otros objetos que nos acompañaron
y evocan antepasados, regalos, viajes.
Florecen
alegrías, hortensias, geranios, rosales y una enredadera en las macetas que
ocupan el alfeizar de las ventanas.
Sobre
la mesa camilla de los abuelos, la cabeza apoyada los sus brazos cruzados, duerme
una mujer buena y generosa; enroscada, la pequeña mascota dormita en su cuna.
No
somos eternos, aunque vivamos como si lo fuéramos.
Pasado,
que acoges mis raíces, en el que se formó mi mente y mi alma, aquí estoy,
recordándote, resucitando a quienes me concibieron y formaron.
El
tiempo fluye y, en breve, nadie nos recordará. Sin embargo, un día fuimos.
10
de enero de 2022
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